2025/01/27

Groovy y la polka inmortal

Groovy y la polka inmortal



por: Werekation

Era el año 1900, y Pioquinto González se encontraba en su pequeña sala de Torreón, frustrado. El evento de inauguración de los tranvías entre Lerdo y Torreón estaba a la vuelta de la esquina, pero su musa parecía haberse evaporado. El arpa, el violín y el piano esperaban en silencio, testigos de su bloqueo creativo.

De repente, un destello azulado iluminó el cuarto, y ahí apareció Groovy, el peculiar robot con cuerpo de cassettera y una antena que chisporroteaba al ritmo de un vals imaginario. Pioquinto dio un brinco y soltó su pluma.

—¿Quién... o qué eres tú? —preguntó el músico.

—Soy Groovy, un viajero del tiempo —respondió con su voz metálica pero amable—. Estoy aquí para ayudarte a componer la melodía que marcará la historia de esta región.

Sin más explicación, Groovy ajustó un dial en su pecho, y una suave melodía emergió de su sistema. Era un compás vivaz, alegre, como el traqueteo de los tranvías al avanzar por los rieles. Pioquinto escuchó con atención, sus dedos tamborileando en la mesa, hasta que una chispa iluminó su mirada.

—¡Eso es! —exclamó mientras se apresuraba al piano—. Necesita más vida, más fuerza… algo que inspire a los pasajeros a soñar mientras viajan.

Groovy observó en silencio mientras el músico tocaba con una energía renovada, modificando y añadiendo notas aquí y allá. En unas horas, el pasacalle "De Torreón a Lerdo" estaba completo. Pioquinto lo interpretó para el robot, quien aplaudió con entusiasmo.

—Gracias, Groovy. No sé cómo lo hiciste, pero... esto es justo lo que necesitaba.

Antes de desaparecer en otro destello, Groovy dejó un mensaje: "A veces, el futuro necesita una chispa del pasado para brillar". Pioquinto quedó pensativo, pero no había tiempo para dudar. La orquesta ya lo esperaba impaciente por las partituras.

Días después, la melodía debutó en la inauguración del tranvía, y las notas de Pioquinto resonaron como un eco eterno entre Lerdo y Torreón. Mientras tanto, en un rincón desconocido del tiempo, Groovy sonreía satisfecho.


2025/01/05

Groovy y la Lucha Extraterrestre.

 



Groovy y la Lucha Extraterrestre.

Por: Werekation 


Groovy, el robot con cuerpo de grabadora de cassette, había viajado a través del tiempo y el espacio para capturar momentos únicos en la historia. Esta vez, su destino era la Arena Olímpico Laguna de Gómez Palacio, Durango, en los años 60. Un cartel vibrante anunciaba una lucha estelar: Melchor, Gaspar y Baltazar, los legendarios Reyes Magos, se enfrentarían a los misteriosos Cosa 1, Cosa 2 y Cosa 3.


Groovy se activó al escuchar los rugidos de la multitud y al animador que anunciaba el inicio del combate. Los Reyes Magos, con sus máscaras coloridas y movimientos ágiles, entraron al ring. Sus oponentes, los Cosa, parecían luchadores ordinarios, pero Groovy detectó una anomalía en sus patrones de energía. Eran extraterrestres, capaces de cambiar de forma y poseer una fuerza sobrehumana.


La lucha fue épica. Los Reyes Magos luchaban con valentía, pero los Cosa eran demasiado poderosos. Solo cuando parecía que los Reyes Magos serían derrotados, Groovy intervino. Con una habilidad sorprendente, el robot proyectó una holografía de un enorme rodillo de cinta magnética, que se envolvió alrededor de los Cosa, dejándolos inmóviles por un momento.


Aprovechando la distracción, los Reyes Magos lanzaron sus mejores movimientos. Con una combinación de llaves y vuelos espectaculares, lograron someter a los extraterrestres. La multitud enloqueció al ver la victoria de sus héroes.


Después de la lucha, los Reyes Magos, agotados pero felices, compartieron una rosca de reyes con Groovy y el público en general. El robot, aunque no podía comer, disfrutó de la celebración. Antes de regresar a su propia época, Groovy grabó un mensaje para los futuros espectadores: "Esta noche, en la Arena Olímpico Laguna de Gómez Palacio, presenciamos una batalla épica entre héroes y extraterrestres. La lucha libre es más que un deporte, es una leyenda que trasciende el tiempo y el espacio".


Y así, Groovy, el robot, se convirtió en testigo de una noche inolvidable en la historia de la lucha libre mexicana.